Instalados debidamente y con la curiosidad comiéndonos, tuvimos minutos para un breve refrescamiento y nos fuimos a patear calles. Sabíamos someramente donde estábamos, pero teníamos la certeza de que recorrer lugares no resultaría en nada complicado. Y así fue. Ámsterdam se recorre en poco tiempo y con facilidad y lo mejor es caminar lo más que se pueda o alquilar una bici.
Nosotros no lo hicimos, simplemente nos fuimos a caminar y cuando nos dimos cuenta estábamos metidos en un animadísimo centro, lleno de actividad, con callecitas divertidas que lo cruzaban de un lado a otro y todo tipo de tiendas y restaurantes que no paraban de recibir y despachar clientes. Entonces descubrí una importante información en mi guía: Los jueves (y hoy es jueves) todo el comercio en Los Países Bajos cierra a las 10 de la noche por disposición legal, en cualquier estación del año.
De modo que; entre otros banquetes, nos dimos una cena tardía muy sabrosa, en un restaurante de sabores asiáticos y un poco de fusión, pero bastante popularoso y a excelente precio, que fue una estupenda manera de celebrar la llegada. El clima además, no había hecho sino alegrarnos el paseo.
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