miércoles, 19 de septiembre de 2012

The Red Light District


Imagen 627

Imagen 628

Imagen 629

Imagen 632

Incluso los que jamás han estado ni cerca de Ámsterdam saben perfectamente de su existencia. Es un lugar tan publicitado y simbólico como La Capilla Sixtina en Roma, o La Torre Eiffel en Paris y es el mayor reclamo turístico de la ciudad: El Red Light District o para decirlo pronto y sin penas, el barrio de las putas. He conocido historias de gente que ha pasado tres días en Ámsterdam sin salir de allí;  lo que nunca he conocido es alguien que haya dejado de visitarlo. Lo dicho: Junto a la marihuana, hay muchísima gente para quienes no hay otra razón para ir a Ámsterdam (y es una pena, pero bueno… ¿qué se le va a hacer?)
A la izquierda de la Plaza Dam y después de una rápida pasada por lo que podría ser el barrio Chino, las calles empiezan a ponerse un poco más intrincadas y discretas,  y las puertas de vidrio con marco blanco y cortina roja empiezan a aparecer. A su alrededor toda clase de hombres buscan o curiosean un poco en el mundillo del sexo por dinero. Tras los vidrios de las puertas, mujeres de todo tipo, de cualquier edad y de cualquier aspecto, están dispuestas a satisfacer los deseos del cliente, después de una rápida negociación a las puertas del cubículo que ocupan por algunas horas al día.
El sistema parece ser muy conveniente. Durante cuadras y cuadras, en cuarticos que más bien parecen escaparates se exhiben ellas. Muy ligeras de ropa, pero vestidas (bueno….tapadas las vergüenzas, habría que decir) y con el mobiliario indispensable,; las mujeres muestran su mercancía - que no siempre está en buen estado – y de vez en cuando alguno de los paseantes se detiene, entra al cubículo y entonces la Luz Roja se apaga y la cortina, también roja, se corre.
Sorprenden las edades, (llegué a ver señoras que aparentaban una septena de años y niñas que apenas cruzaban los dieciocho) y la absoluta protección que reciben. Está terminantemente prohibido hacerles fotografías (el que va preso es el que hace la foto) y algunas estrictas leyes las protegen de los chulos y de los que quieren dárselas de vivos. Confundidos entre ese gentío, algunos transformistas también ofrecen sus servicios y algunos, muy pocos, hombres, también reclaman lo suyo. Es la zona de tolerancia por excelencia, y nunca mejor dicho. Es el gran burdel, sin botellazos de puta ni escándalos de otro tipo. Mujeres a la venta y hombres que las adquieren por unos minutos; es decir, el oficio más antiguo del mundo convertido en atracción turística.
 
Imagen 633
 
Imagen 634
 
Imagen 638

No hay comentarios:

Publicar un comentario