No sólo porque la ves desde muchas esquinas, desde muchas ventanas y desde muchos vagones del metro, la Torre Eiffel es, mucho más que un símbolo, un bello recordatorio de donde estamos y por qué; por eso, visitarla es imprescindible aunque la conozcas de memoria y sepas cada detalle de su historia encantadora. Ir a Paris y no fotografiarse delante de la Torre Eiffel es una tontería imperdonable que no conozco a nadie que haya cometido.
Está en reparaciones por cierto. Según creo le están asegurando unas escaleras y tratando de ampliar la capacidad de los ascensores, así que por ahora y hasta el 2014, creo, se encuentran unos andamios casi tan espectaculares como la torre misma, en el centro de la estructura; pero, no hay rollo, la torre sigue idéntica, se puede visitar y se pueden tomar las fotos que cada quien quiera. En los Campos de Marte (sus propios jardines) siguen los mismos angoleños de siempre tratando de vendernos botellas de vino y champagne a precio de ganga (en realidad se trata de agua pintada) mientras la policía los hace correr, y los asiáticos continúan tratando de descubrir alguna fotografía “original” que todavía no se han hecho.
Hay cosas que por suerte, jamás cambian…
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