miércoles, 9 de septiembre de 2009

Apurando las últimas horas





Regreso al Centrum, es hora de almorzar y visitar el mercado de vegetales de los domingos. En un restaurancito sin pretensiones llamado “THE MEETING POINT” consigo comerme un rico sándwich de pollo en pan turco, con papitas fritas crujientes y muy sabrosas. Dos más como ese y me habré reconciliado con la comida de aquí.
El resto del día lo paso deambulando, entro a la mezquita, camino por el pueblo, doy vueltas sin destino fijo y voy a una cafetería muy sofisticada donde paso un rato relajadísimo. Al caer la tarde regreso al hotel y me encuentro con mis compañeros de viaje, que han regresado exhaustos de un tour no demasiado interesante por los alrededores.
Después de descansar un rato, salimos a comer para despedirnos del pueblo. Yo tengo desde hace días ganas de comerme el plato más tradicional de aquí: Un guiso que preparan dentro de un ánfora de barro, la cual cierran con pan y la meten a un horno de leña por varias horas. Para comerlo, traen el ánfora a la mesa y el comensal la rompe para comerse el contenido. De modo que vamos a un restaurante muy conocido, donde somos atendidos por el capitán del globo de esta mañana, que me promete curarme de mi miedo a las alturas en mi próximo viaje. Pido el consabido potaje, rompo el ánfora y lo disfruto mucho. No esta nada mal, tiene champiñones y bastante cebolla, pero sigue pareciéndome que la carne con papas de mi casa es más rica.
Damos una última vuelta por el Centrum y nos vamos al hotel. Mañana regresaremos a Istanbul para seguir viaje.

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