jueves, 3 de septiembre de 2009

PARIS y un contratiempo

Claro que no se trata sino de un vuelo cuyo puerto de salida es esta Venezuela incomprensible del siglo XXI. Hemos demorado más de una hora dentro del avión porque la Guardia Nacional Venezolana está ocupada destruyendo las conexiones con otros vuelos, de pasajeros como nosotros. Aterrizamos en París en una mañana lluviosa y fría de un verano inusual y sabemos desde antes de bajar, que el avión en que tendríamos que estar volando hacia Estambul, partió hace largo rato sin nosotros, por supuesto. Sabemos también que no hay nada que hacer y nos lo tomamos con calma. En el mostrador de Air France nos ofrecen una corta estadía en París que rechazamos en consenso. Fiel a mi fobia aeroportuaria, me alejo de la discusión. Espero instrucciones.
Finalmente, un arreglo magistralmente peleado por Mayauri, nos pone en el próximo vuelo a Estambul, nos regala un sandwich y nos ordena una larga espera en el aeropuerto Charles de Gaulle, que a mí, me parece demasiado grande y complicado. Abortamos la espera en las calles de París y nos recluimos en un salón provisto de todas las comodidades mundanas. Me resulta imposible evitar darme cuenta que son demasiadas horas para vivirlas en el lugar que menos cómodo me hace sentir: Un aeropuerto. Nuestro vuelo para Estambul está previsto para las siete de la noche. Apenas empieza a ser mediodía.

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