jueves, 3 de septiembre de 2009

ILKAY, nuestro hogar por los proximos dias










Hemos paseado por laberínticas calles, pero vamos tranquilos por que aprendimos la lección fundamental de supervivencia: No montarnos en un taxi JAMAS, sin haber acordado el precio con anterioridad. Ya sabemos que pagaremos 40 liras turcas por este trayecto. Si el chofer nos quiere pasear un rato, que lo haga, nosotros se lo agradecemos con gusto. Estamos en el corazón de la ciudad vieja, en el barrio de Sultanahmet. A nuestro lado mezquitas de antigüedad asombrosa, palacios y lugares repletos de historia. Estamos buscando el hotel. Avanzamos por una estrecha callecita que comparte vía con un moderno tren urbano. En una puerta completamente anodina leemos el nombre de lo que será nuestro hogar por los próximos días: ILKAY HOTEL. En la recepción, UGUR un gentilísimo turco que habla perfecto español, nos recibe con amabilidad y asigna nuestras habitaciones. Finalmente, hemos llegado a Istanbul.
Desde la habitación, ventanas de edificios vecinos cuyas luces están apagadas y el leve bullicio de una ciudad que seguramente estará, a esa hora, atestada de visitantes. Hemos entrado a una habitación sencilla y cómoda y acabamos de dar fe del cansancio fenomenal de un día entero de viaje. Pero me asomo por un rato a la ventana para descubrir, sin participar, los primeros secretos. Bares al frente del hotel con terrazas alfombradas, llenas de cojines multicolores en las que turistas de muchas ciudades europeas apuran sus horas de ocio. Un supermercado cerrado, pequeñas tiendas de artesanías locales, el vago olor de una dulcería, algunos caminantes y las primeras mujeres tapadas por pañuelos multicolores. Todo un desfile de emociones pequeñitas debajo de mi ventana que tendrán que esperar hasta mañana; ahora, mejor nos vamos a dormir.

(Fotografias tomadas de TRIP ADVISOR.COM)

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