sábado, 12 de septiembre de 2009

La Acrópolis









Es, sin duda alguna, uno de los sitios históricos más famosos de la humanidad. Su fotografía nos ha perseguido y acompañado desde siempre. Uno puede no saber donde queda Atenas, pero de seguro sabe donde queda La Acrópolis.
Esa visión, casi irreal, es lo que en este momento se devela ante mis ojos. Escasamente puedo contenerme.
Desde nuestro acceso lateral, La puerta de Beule (La primera entrada que se conoció para la Acrópolis) lo primero que vemos es el Teatro de Herodes Atticus, construido en el año 161 AC, totalmente restaurado en 1955 y en uso para espectáculos musicales y operas. Subimos un poco a la derecha para entrar al recinto más habitado de la Acrópolis, lo que hacemos a través del fabuloso Templo de Atenea, un edificio que data del año 421 de nuestra era y está en excelente estado de conservación.
En lo alto de la explanada, como presidiendo la visita, vemos El Partenón y mi primera impresión es negármelo. Volteo a la izquierda para reconocer el Porche de Las Cariatides y los restos de el Propylaia, la entrada formal que se utilizaba para acceder al complejo, así como el Erechtheion, ubicado en el lugar más sagrado de la Acrópolis. Aquí, según la leyenda, Poseidón dejó las marcas de su tridente.
Tengo que tomar aire, es el 17 de agosto de 2009 y estoy parado al frente del Partenón, posiblemente el edificio más famoso del mundo. Apenas puedo creerlo.

2 comentarios:

  1. De verdad que lo que se siente es indescriptible, y ver la luna llena desde Atenas sobre el Partenón es algo inolvidable

    Gracias de nuevo por ayudarme a revivir la empción y a sentir la brisa en mi rostro

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