domingo, 6 de septiembre de 2009

Una mezquita viva









Sin otro esplendor que opaque la presencia de una buena cantidad de fieles a quienes creemos estar perturbando con nuestras cámaras y flashes, la mezquita del Sultan Eyup no difiere casi en nada de las muchas que hemos visitado. Sin duda, los sultanes se esmeraban en el asunto de hacerse complacer por sus arquitectos. Sultan Eyup es una mezquita esplendida en cuya cúpula destacan azulejos en varios tonos de verde que confieren especial serenidad al conjunto.
Las mujeres comienzan a salir de la tumba de Eyup Ensari y entran a la mezquita, toman sus sitios en los espacios traseros destinados a ellas, separados del resto de la sala por altas celosías de madera. Los hombres entran a la sala principal, se inclinan y besan la tierra tres veces seguidas y pronto un murmullo casi imperceptible nos rodea. La sensación de entrepitud aumenta. Callados, como quien trata de no ser descubierto en falta, salimos de la mezquita para descansar un poco en la plaza. En ese momento me doy cuenta que debemos visitar también el Kulliye de la Sultana. Hacia allá vamos.

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