jueves, 10 de septiembre de 2009

Vida en cada rincon













Para llegar a ciertos lugares emblemáticos de la antigua cultura egipcia, se hace necesario entrar al centro mismo de Alejandría y transitar por lugares que bajo otras circunstancias serian al menos, motivos para el temor. No entiendo porque, lo que sentimos es la tranquilidad de estar entre ciudadanos de un lugar vivo como pocos otros. Una de las cosas que despierta toda mi admiración es que a pesar de ser una ciudad turística y famosa, Alejandría es por encima de todo una ciudad viva, en la que a cada paso encuentras tantas pruebas de vida, que posiblemente no da tiempo de mirar todo lo que uno jamás querría perderse.
Comerciantes de los famosos textiles egipcios, hombres de todas las edades sentados en arruinadas cafeterías disfrutando el famoso te de hibiscos propio de la ciudad, mujeres completamente tapadas por el chador caminando en grupo con pesadas bolsas de mercado, niños jugando en las calles, edificios cuyas fachadas lucen algún deterioro pero conservan dignidad y belleza, ropa colgada en los balcones, jóvenes negociando rápidos asuntos de negocios; gente, gente, gente que camina con la prisa de quien hace siglos se acostumbró a vivir entre las mismas ruinas que a nosotros nos tienen deslumbrados.
Creo que no olvidaré mi visita a Alejandría fácilmente. Es una ciudad que se queda para siempre en los ojos de quien la visita, y en el corazón de quien espera descubrir los secretos que se esconden tras las raídas celosías y las paredes escarapeladas que miran al mar.

1 comentario:

  1. Go Juan Carlos, go!

    Aquí me ganaste yo no llegué tan lejos, me encantaría ir a Alejandría

    Un beso

    Maga

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