miércoles, 9 de septiembre de 2009

EFESO













Con la visita a Efeso, se acaba el recorrido por Turquía. Además de Istanbul, las dos regiones que tienen fama de impepinables en una visita a este país son Capadoccia y Efeso. Ambas asignaturas están cumplidas con creces, aunque ello no haya hecho sino alborotar las ganas de volver a Turquía y recorrerla de punta a punta.
Bajamos del barco en Esmirna, contratamos un taxi que se ocupe de nosotros hasta que tengamos que regresar al puerto, y es muy simple: En Efeso nos hemos encontrado con todo el esplendor de esta ciudad fundada en el siglo IV AC por Lisímaco, el sucesor de Alejandro Magno; puerto principal del antiguo Egeo e impulsora fundamental de los primeros logros del cristianismo.
Efeso es un ejercicio de sorprendimiento, basta con entrar y dejarse llevar por la famosa avenida de las columnas, toda de mármol gris y blanco y empezar a descubrir tesoros como el Templo de Adriano, el Teatro Romano o las incontables estatuas y pequeños vestigios de su grandeza, hasta encontrarse de frente con la majestuosa Biblioteca de Celso, que gracias a recientes trabajos de restauración, se muestra con el absoluto esplendor que uno anhela, al visitar ruinas de tanta alcurnia.
Con lo que hemos visto en Efeso, nos damos por bien servidos. Pero una nueva e íntima emoción está al voltear de la esquina y hacia allá vamos.

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