domingo, 6 de septiembre de 2009

El horror de no ser vista





La incoherencia se me está incubando. Yo, que soy tan rápido para levantar la voz ante las injusticias, tengo que guardar silencio obligado ante algo que miro con horror desde el primer día de nuestra llegada al mundo musulmán: La certeza de que las mujeres son públicamente segregadas gracias a su vestimenta.
Parece que el tema tiene tal profundidad religiosa que lo mejor es entenderlo como se entienden los actos de fe. Pero estoy abrumado por la cantidad de mujeres tapadas de pie a cabeza que hemos encontrado en nuestros paseos. La mujer turca es muy bonita, al menos sus ojos lo son. Es imposible ver más allá. La mayoría se cubren de diferentes maneras, para atender el llamado a respetar una tradición que según parece no está escrita en el Corán, pero se considera mandato religioso. Usan un pañuelo en la cabeza para cubrir completamente el cabello y otro igual para el cuello, anudado de una forma especial llamada “el cisne”. Visten una camiseta de mangas largas sobre la cual pueden llevar cualquier prenda de moda y pantalones o largas faldas; encima, un sobretodo que desdibuja las formas femeninas.
La otra versión es totalmente abominable, se trata de la famosa Burka o Chador, ese ignominioso trapo negro que en el mejor de los casos solo deja al descubierto los ojos, pero que les quita la visión lateral, quitándoles de ese modo la ubicación espacial. En Istanbul la Burka es menos usada pero se puede ver con frecuencia. No puedo dejar de horrorizarme pero tampoco de pensar que no podemos hacer nada al respecto. Lamentablemente, es quien se pone la Burka, quien debe quitársela y por lo que parece, eso no sucederá pronto.

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