Nos equivocamos. Hemos tomado el tranvía hasta una parada antes de cruzar el Galata Bridge y por razones que ninguno entiende, nos hemos pegado una caminata interminable por una zona más bien anodina de la ciudad nueva. Cansados, después de casi una hora de caminar, decidimos tomar un taxi que nos lleve al Palacio Dolmabahce. Al llegar nos reciben la imponente Clock Tower, (preciosa, como todo en esta ciudad) y una larguìsima cola de gente que quiere comprar los tickets para entrar a palacio. ¡Dios mío! Si el interior se parece a la Puerta Imperial…no hay duda que la espera bajo el sol abrasador de la mañana, habrá valido la pena.
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